sábado, 21 de mayo de 2011

Lectura 4: Key differences between Web 1.0 and Web 2.0

[Reseña del artículo: Cormode, Graham and Balachander Krishnamurthy. Key differences between Web 1.0 and Web 2.0. First Monday, vol. 13, n. 6, 2 June 2008.

En este artículo se realiza una comparativa entre las características de la Web 1.0 y la Web 2.0, analizando una serie de aspectos de ésta última que deberían ser tenidos en cuenta tanto a la hora de clasificar un servicio dentro de la Web 2.0 (lo cual, como se ve en el artículo, a veces puede ser dudoso) como al definir con precisión un servicio que se desea lanzar.

Todas las características que señala el artículo me parecen muy razonables y justificadas adecuadamente, y todas ellas deberían ser tenidas en consideración a la hora de definir un nuevo servicio. De hecho, tengo que decir que habitualmente no me gusta comentar un artículo sólo para mostrarme de acuerdo con el autor; me parece mucho más interesante buscar los puntos en los que discrepo, y argumentar el por qué de esa discrepancia. Pero en este caso, después de revisar cuidadosamente el artículo en busca de algún aspecto del que pudiera disentir por completo, me ha resultado imposible encontrar ninguno.

Por ello, voy a centrarme en comentar aquellos aspectos que me parecen más relevantes a la hora de definir un servicio bibliotecario que utilice las características de la Web 2.0:

1.  Uso de diversas redes.
¿Nuestros usuarios utilizan mayoritariamente una sola red social, o emplean varias? Si emplean varias, ¿su comportamiento es similar en todas ellas o interactúan con los contenidos de un modo distinto en función de qué red estén usando? Sabiendo que un usuario utiliza una red, ¿cuál es la probabilidad de que también utilice otra?

Son cuestiones que me parecen muy relevantes a la hora de planificar un servicio bibliotecario a través de redes sociales. Por ejemplo, afectan a decisiones como si es conveniente ofrecer los mismos contenidos a través de Facebook, Twitter, etc., o por el contrario, es preferible diversificar los contenidos y seleccionar en qué red publicamos cada uno.

Ambas opciones tienen sus ventajas y sus inconvenientes, y la decisión que tomemos debería basarse en el comportamiento de los usuarios de nuestro centro en concreto. Por un lado, los que utilicen sólo Facebook o sólo Twitter no van a poder acceder a nuestros contenidos a menos que se los ofrezcamos por ambos canales a la vez, y les demos la posibilidad de elegir; además, también habrá usuarios que, incluso utilizando distintas redes, prefieren una de ellas y agradecerán que se les permita elegir cuál quieren emplear para acceder a la información, o que por ejemplo, pueden desear añadir un comentario, y para eso es más apropiado Facebook que Twitter. Por otra parte, sin embargo, podemos encontrarnos también con usuarios que utilizan varias redes pero que no las entienden como opciones alternativas para acceder a la misma información sino como canales a través de los cuales deben llegar informaciones distintas, pensadas específicamente para cada red. Este último grupo de usuarios probablemente no interpretará la multiplicidad de canales como un servicio añadido sino como ruido informativo.

En relación con esto, aparece un concepto que me ha parecido especialmente interesante: el de la 'balcanización' de los usuarios de redes sociales, es decir, la tendencia a que las redes sociales se puedan convertir en grupos cerrados, ya que si una persona no tiene contactos que pertenezcan a una red, no considerará interesante sumarse a ella. Esto supone que las redes sociales, que en teoría están pensadas precisamente para facilitar la comunicación entre las personas, pueden llegar a convertirse justo en lo contrario, en un club exclusivo en donde sea necesario ser invitado por otros miembros (como de hecho ocurre en alguna, como Quora). De aquí se puede deducir la importancia de algo que actualmente es una asignatura pendiente de las redes: la interconexión entre ellas.



2. Medida del tráfico.
Es un aspecto relacionado con el anterior de un modo muy directo. Para poder decidir en qué redes sociales nos interesa estar presentes, qué contenidos ofrecemos y cómo los diversificamos entre las distintas redes, será necesario disponer de información suficiente sobre el comportamiento de los usuarios. Y esto no se reduce a saber el número de fans que tenemos en Facebook o de seguidores en Twitter, sino que sería deseable poder disponer de una información mucho más detallada:

- En Facebook, número de usuarios que han marcado un contenido con 'Me gusta' y/o que lo han comentado.

- En Twitter, número de retweets y/o de respuestas que ha recibido un contenido concreto.

- Número de amigos o de seguidores que tienen esos usuarios: no es lo mismo ser comentado o retuiteado por un usuario que tiene 10 contactos en su red que por uno que tiene 2.000.

- Tiempo que dedica cada usuario a interaccionar con el contenido.

- Frecuencia de uso que cada persona hace de las redes: habrá usuarios que consultan la red a diario, como parte de su rutina, pero también habrá otros que después de unirse a la red han dejado por completo de utilizarla. Y este indicador modifica claramente el valor que tenga nuestro número de fans o de seguidores.

- En qué medida los usuarios se integran en grupos, actúan en ellos como miembros proactivos, crean contenidos enteramente nuevos, etc.


La mayor parte de esta información se ofrece a los propios usuarios y el resto estaría disponible para los administradores de cada red social, así que en teoría sería posible conseguir las estadísticas correspondientes. Sin embargo, aunque se trata de una información muy interesante para nosotros, el obtenerla no es sólo tecnológicamente complejo, sino que plantea un debate ético en torno a la privacidad.

Una posible herramienta para obtener datos sobre la interacción de los usuarios con el sitio son las aplicaciones de Facebook, que proporcionan a sus desarrolladores al menos parte de esta información, pero esto da lugar a un amplio debate sobre la privacidad y sobre en qué medida es razonable que Facebook comparta ciertas informaciones con terceros, incluso aunque se solicite previamente la autorización del usuario. Y ocurre algo similar en otras redes.

Por ello, elaborar una aplicación ad hoc puede ser una forma de obtener información sobre nuestros usuarios y personalizar el servicio que ofrecemos, pero sería muy importante analizar primero cuidadosamente si esto no puede ser interpretado como una invasión de la privacidad y generar por tanto una imagen negativa de nuestra institución.


3. Otros aspectos que convendría valorar a la horar de decidir la prestación o no de un servicio que utilice alguna herramienta de la Web 2.0:

- ¿En qué medida es posible ofrecer accesos alternativos a los contenidos, como puede ser embeber videos de YouTube en páginas web o en blogs, ofrecer las entradas de un blog a través de una aplicación de Facebook, etc.?

-¿Los usuarios pueden reunir diversos contenidos y combinarlos por sí mismos?

- ¿El sitio puede soportar momentos en los que haya un número anormalmente alto de accesos?

- ¿Hasta qué punto podrán ser accesibles los contenidos desde dispositivos móviles?

etc.


Estos son sólo los aspectos que más me han llamado la atención, pero en realidad cada una de las características de la Web 2.0 que señala este artículo merece ser objeto de reflexión a la hora de implantar alguno de estos servicios en nuestro centro de información. Una planificación previa y un análisis detallado de nuestras circunstancias y de lo que queremos obtener serán esenciales para poder ofrecer un buen servicio, mientras que crear perfiles en redes sociales de forma compulsiva sin tener una idea clara de lo que se quiere ofrecer a través de ellos es una receta segura para el fracaso.

6 comentarios:

  1. Estoy contigo Luis que creo que es necesario el medir si un aplicación posibilita que sea embebido otro tipo de contenido en su seno y también si los usuarios pueden disponer y combinar los contenidos que ofrece un servicio son características a medir

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  2. Luis, respecto a tu reflexión de la ’medición del tráfico’ en las redes sociales que pueda utilizar un determinado servicio bibliotecario, soy de tu opinión ya que me parece importantísimo que un determinado servicio bibliotecario pueda medir el tráfico, las distintas interacciones que se pueden generar en una red social para posteriormente con los resultados de esas mediciones poder sacar conclusiones que se puedan aplicar a la mejora de la comunicación, a ofertar mejores productos/servicios.

    No debemos olvidar que en la medida que la biblioteca conozca mejor a sus usuarios podrás crear distintas líneas de actuación y de diversificación, en definitiva podrá segmentar la oferta en función de los distintos usuarios del servicio.

    Para todo ello es fundamental un estudio previo, planificado y siempre en función de unos objetivos

    Un saludo

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  3. Está claro que el debate sobre la privacidad y el obtener información de terceros está ahí, pero...¿hasta qué punto es un debate en realidad? Porque yo tiendo a pensar que, si tienen nuestros datos, van a hacer lo que quieran con ellos, y, cuanto más usemos las redes y más datos incluyamos en ellos, más sabrán quiénes somos y para qué usamos las redes. Y tampoco considero que esté mal, todo depende de si esa información se la quedan los administradores o la sacan a la luz, como el que tira los expedientes del Hospital a la basura en lugar de destruirlos una vez digitalizados.

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  4. Eres el segundo que leo que destacas "la balcanización de los usuarios". A mí esto me recuerda al artículo de C. Anderson en Wired y que se titulaba "La web ha muerto". Las aplicaciones en el móvil, las redes sociales, ¿no hacen que ahora estemos menos en la web y más en un solo sitio? ¿No nos dificulta eso descubrir nuevos recursos, ampliar nuestra red? ¿No nos cierra más? No te sientes obligado a responder, son preguntas que me hago a mí mismo.

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  5. El artículo de Wired que mencionaba antes: http://www.wired.com/magazine/2010/08/ff_webrip/all/1

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  6. Isawebsoc, yo también estoy de acuerdo contigo. Da un poco de miedo que nuestros datos pertenezcan a más gente que a nosotros mismos. Lo importante es que esta información se utilice con "sentidiño", como se dice en Galicia, o sea, con sentido común.
    Cada vez hay más cursos e información sobre la seguridad de la información, y la gente está más concienzada

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